Por Prof. Javier Araujo Decano de FADENA
El 17 de agosto de 2020 instala, por el hado del almanaque, presidio artificioso del tiempo, un punto de intersección entre las celebraciones de la vida de Manuel Belgrano y de José de San Martín. Las efemérides condensan en un suceso la inasible multiplicidad de una época. Combinan, trabajosamente, la precisión con la intemporalidad. Quizás por ello sus interpretaciones vacilan entre el respetable mármol y el anacronismo. Esta celebración conjunta, entonces, nos invita a pensar situadamente las intersecciones en las trayectorias de ambos patriotas.
Es conocido el respeto y la estima mutua entre José de San Martín y Manuel Belgrano, afecto documentado en un conjunto de cartas que afortunadamente forman parte del acervo histórico nacional. También, que se conocieron personalmente en enero de 1814 con motivo del relevo ordenado por el Gobierno en la comandancia del Ejército del Norte con posterioridad de las derrotas sucesivas en Vilcapugio y Ayohuma.
La derrota de las armas patriotas en favor de las fuerzas realistas tornaba aún más compleja una situación de por sí signada por la incertidumbre tanto en la configuración del escenario internacional –la inminente restauración monárquica en España, el asiento en Brasil de la corte portuguesa– como en el convulsionado espacio local donde el conflicto con la Banda Oriental y la emergencia de los primeros autonomismos atravesaban los debates abiertos por la constitución de una autoridad legítima capaz de llevar adelante la construcción de un Estado nación soberano. Incluso el concepto mismo de soberanía estaba en entredicho en relación al sujeto depositario de ella.
En ese contexto, las visiones de Belgrano y San Martín eran diferentes respecto de las formas de organización de un poder soberano y de las acciones para su concreción. Sin embargo, ello no fue un impedimento para que ambos se reconocieran como sujetos de una misma empresa que trascendía largamente esas diferencias. Con ello, queremos resaltar que en Belgrano no solo primaba la admiración del genio militar de San Martín que vendría a suplirlo en una tarea en la que, según manifestó, arribó “Por casualidad o mejor diré, porque Dios lo ha querido…”. Pero también que, en San Martín la preocupación por la suerte posterior de Belgrano no se explica solamente, como se ha mencionado, por su calidad moral, que no se discute, sino también y quizás principalmente por el reconocimiento de las virtudes políticas de Belgrano sin las cuales el empeño de las armas, entiende, podría resultar infructuoso.
Esta apreciación de San Martin no discurre sobre lo que en términos actuales denominamos las dimensiones de la dinámica poblacional en el ambiente operacional. Hay en ambos un entendimiento más profundo de los acontecimientos: comprenden que la gesta en proceso es de naturaleza política, que la victoria de las armas es condición necesaria pero no suficiente para ese logro, toda vez que la guerra se realiza para asegurar las condiciones de posibilidad de constituir un poder soberano. Y sabemos que este no deviene por naturaleza de las cosas, no es una determinación histórica, no ocurre fatalmente ni es una voluntad que se autorrealiza. En esa época expresaba la voluntad política, aun con sus contradicciones, de conformar una comunidad libre por parte de nuevos actores que ya asomaban en los viejos territorios del Virreinato desde mayo de 1810.
En tal comprensión, puede interpretarse la negativa de ambos patriotas en participar militarmente en las pujas locales que en 1814 se manifiestan en los distintos territorios de las provincias. Y claramente no porque no tuvieran partido en ellas. Sabemos que ambos hicieron públicas sus preferencias, así como declararon sus intenciones de cara al Congreso de 1816.
El legado que nos dejan es inmenso y seguirá abierto a interpretaciones. A la luz de los acontecimientos actuales, elegimos destacar la clara conciencia en San Martín y Belgrano de que, frente a desafíos que nos interpelan como pueblo, es necesario el empeño de todas nuestras capacidades para superarlos, a sabiendas de que todo sacrificio es infecundo si no se prioriza la unidad nacional.
Fotos pertenecientes al Salón Libertador del Rectorado de la UNDEF, donde se exhiben obras en homenaje permanente al General San Martín.
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